Me dejo los usuarios para el final no porque sean menos
importantes, sino al contrario, porque me quiero explayar con ellos para decir
que son increíbles, que con muy poquito que les des te devuelven todo el amor
del mundo y más, son súper agradecidos, cariñosos, todos los días en cada
momento que vamos a buscarlos a la residencia hay unos cuantos esperándonos
fuera de las ganas que tienen de vernos, se tiran todo el año hablando de los
campos de trabajo porque les da la vida conocer a gente nueva, irse a las
excursiones y hacer tantas cosas que no hacen en su vida diaria, desde luego
son unas personas maravillosas.
Y bueno, hecha la presentación, voy a centrarme en este día
de domingo, que ha sido bastante relajadito pero entretenido. Por la mañana
pudimos dormir hasta la hora que nos dio la gana, que había que descansar
después del fiestón del sábado, así que se pasó el tiempo rapidito porque al
poco de levantarnos ya bajamos a comer todos juntos en la residencia.
Después de comer nos echamos una siesta a la sombra, porque
si el calor ya es siempre insoportable, no te quiero contar a esas horas, ¡buf!
Después de la siestecita se subieron algunos usuarios a la finca con nosotros y
estuvimos por aquí con diferentes dinámicas, yo concretamente estuve dibujando
y creando un árbol de la vida que representa a todos los grupos que
participamos en este campo de trabajo (usuarios, voluntarios españoles,
voluntarios europeos, monitores y autoridades). Está hecho con diferentes
materiales, periódicos viejos enrollados, papel de cocina arrugado, todo
pintado, hojas recogidas del jardín, flores pintadas con esponjas, obviamente
todo esto contando con los usuarios, que han plasmado en él sus obras de arte y
su propia aportación.
Otro grupo de usuarios estuvo bailando en el jardín con otros
voluntarios, y unos cuantos más estuvieron jugando a la pelota en la pista que
tenemos, dando pases, intentando meter canasta, jugando a voley y demás.
También alguno que otro se metió en la piscina para refrescarse un poco, que
hace mucha falta.
Una vez cenados y de vuelta en la finca, algunos voluntarios
nos quedamos con ganas de partidillo y nos echamos una pachanga de voley
mientras los demás charlaban al relativo fresquito de la noche y a la luz de
una luna impresionante que tuvimos. Cuando nos cansamos nos unimos a la charla
y poco más tarde la gente se fue yendo con cuentagotas a la cama, y a descansar
para el nuevo día.
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