Yo soy Ana, tengo 22 años y soy de Badajoz. Mi hermana fue
voluntaria hace dos años por lo que había oído hablar muchas cosas maravillosas
sobre este campo de trabajo. Si soy sincera, no podía esperar a conocer,
disfrutar y aprender junto a los usuarios. Y ahora que llevo dos días no me arrepiento nada de haber
venido.
Me llamo Rita, tengo 23 años y soy Portuguesa, de Lisboa,
cerca del océano. Aunque Extremadura no tenga playa estoy con muchas ganas de
bañarme con los chicos en las piscinas naturales y en nuestra mini piscina de
plástico en la finca. Desde el inicio de mi proyecto de SVE hace 9 meses
esperaba con ilusión estas dos semanas.
Por ello, terminar esta gratificante experiencia con este campo de trabajo será
la guinda del pastel.
Amanecía en San Gil y nos preparábamos con ganas para la
llegada de los sonrientes e incansables Usuarios. ¡Qué trabajo nos esperaba!
Muebles, sillas, mesas, cómodas… que limpiaríamos con el objetivo de reutilizar
para en un futuro hacer un espacio agradable para usuarios y voluntarios. ¡Qué
aburrimiento entre hacer batallas de agua, jugar con las arañas y ensuciar todo
de barro! (broma jajaj). La verdad es que la enriquecedora sonrisa de los
usuarios y la iniciativa mostrada por ellos hicieron de nosotros un equipo
imparable. En definitiva: ¡Quién trabaja por gusto, no se cansa!
No nos podemos olvidar de la tarde de piscina en Galisteo ya
que tras una divertida jornada de trabajo bajo un sol bronceador hay que
refrescar las ideas. ¿Qué mejor manera de hacerlo que yendo a la piscina para
ver a Mimi nadar como un delfín o a Miguel ganar todos los juegos de cartas? Y
qué divertido fue visitar Galisteo, entre las risas de la alcaldesa con las
curiosas preguntas de los usuarios, los retos atrevidos de Morena, nuestra
compañera italiana y el intento frustrado de un paseo amoroso en una floreada
bicicleta tándem de un griego y un francés que se comunicaban mediante gestos.
¡Qué bonito fue presenciar su paseo por los campos extremeños!
Pero no todo es trabajar ya que amigos sensibles, vampiros y
la piedra nos acechan a todas horas. La finca se ha convertido en un lugar
asombroso entre gritos, cuellos sangrientos, abrazos y cartas secretas. La
ansiedad de no tener la piedra a las 23:00 y no estar solo para no ser atacados
por nuestro vampiro ha creado un ambiente de sospecha y conexión entre todos. Y
eso, ¡que es tan solo el segundo día!
La noche terminó picando algunos placeres gastronómicos ya
que cada voluntario ha hecho una presentación de su región o país. Creemos que
hemos engordado unos 5 kilos pero fuimos a dormir con la barriga bien llena e
impacientes por comenzar el tercer día en San Gil.
Un saludo y hasta la próxima.
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